lunes, 11 de febrero de 2013


PARCELAS DE REALIDAD -Ángeles Alemán





CHRISTIAN VILLAMIDE: PARCELAS DE REALIDAD   Ángeles Alemán


"The earth is the origin oflife, a metaphysical event

Like no other, to wich man,even modern man,
Owes his origin andcontinuous existence".
Sylvain De Bleeckere 1

La obra de Christian Villamide surge y evoluciona desde distintas miradas a la tierra, a la naturaleza, y como parte de ella, al cuerpo humano. Desde sus misteriosas plantas escultóricas que surgen de entre la hierba frondosa junto al río las tituladas genéricamente "transportables y asépticas" – arrancadas de sus orígenes celtas y transformadas a otro lugar más al sur en el Atlántico, hasta la "mirada del cuerpo" donde el vello al trasluz evoca un trigal en el anochecer, la obra de Villamide se detiene y recrea en parcelas de la realidad que no suelen ser vistas.

Los imaginarios lugares que así crea, dando pie a un viejo sueño, el de trasladar un pequeño fragmento de la naturaleza, sus jardines y sus islas "transportables y asépticas", son un nuevo paso en la poética arte-naturaleza.
Los conceptos de "aséptica" y"transpormable", en apariencia ajenos a lo natural y a la tierra, reflejan un proceso largo y reflexivo en el que el artista ha ido desarrollado una poética muy especial, encontrando un lugar que se encuentra en el difícil equilibrio entre lo interior, entre la obra de arte y la experiencia natural.
Su mirada es introspectiva, íntima, sin exteriorizar de manera clara la evidencia de su punto de referencia y de inflexión permanente que es la naturaleza. En ningún momento Christian Villamide aprovecha o utiliza un lenguaje de lo fácil o de lo abrupto, ni su referencia a lo natural, el paisaje humano o vegetal, se hace de manera tan evidente que roce lo tópico.
Encuentra y aúna signos diversos, logrando en su producción una poética que debe tanto a lo conceptual de la poesía articulada como obra plástica como sería el caso de un Joan Brossa como a los experimentos del  Land Art. Sus "efluvios" pintados no tienen que ver tanto con las espirales del Salt Lakecomo a las A de Brossa. Y sin embargo, la referencia al paisaje es clara, diáfana, con un esencial tipo de simetría entre lo relatado y lo perceptible.
La manera de trabajar los materiales y sus texturas y aún más, la ausencia de color reflejada en el blanco casi omnipresente, obligan al espectador a mirar detenidamente, a reflexionar y recrearse en todo lo que de sutil tiene su obra. Son texturas, refinadas sobre superficies de diversa índole, son las de un esteta, las de un purista; pero no duda en hacer un corazón de virutas de madera, o en utilizar nidos de estropajo para empollar sueños diversos.
Sin embargo no es sólo la naturaleza, entendida como tal, lo que sugiere en su obra. El "museo aséptico",ese recuento extraordinario de las nadas cotidianas transformadas en obra de arte, o el delirio transparente del "archivo nuclear", hablan de un artista cuyas fuentes de inspiración y de reflexión son amplias y ambiguas.
Las referencias espaciales y climáticas son constantes en su obra. Desde las inclemencias del tiempo: lluvias, nubes, claros reflexionadas y reflejadas en su obra, hasta los mundos abiertos de sus islas transportables, Christian Villamide nos conduce a un paisaje interior lleno de resonancias. Lo espacial no se circunscribe, pues, a lo puramente medible o mesuable, sino a esta capacidad de observación y de discernimiento del espacio íntimo que este artista nos propone en cada una de sus obras.
Sin embargo, cuesta trabajo creer que antes no haya existido una larga experimentación con la naturaleza, oque no se haya ejercitado esta mirada tan atenta ante los infinitos matices del blanco en otros colores, en multitud de gradaciones.
De ello son prueba, entre otros resquicios que nos permite observar el artista, las fotografías de estas esculturas aéreas, "transportables y asépticas",  que surgen entre las plantas, o de esos protectores elementos de vinilo que nacen junto a la hierba.
El exquisito cuidado con el que trata y plantea cada una de sus piezas es el mejor argumento para entender la delicadeza de un artista que renuncia voluntariamente a los excesos. La depuración de su experiencia, la transparencia que ofrece en sus obras, son una suerte de camino oculto, a medias desvelado, para deambular por el misterio.
Cuando se traslada al papel, y aquí es el papel en toda su plenitud, en la riqueza de sus texturas, lo hace para recrear un "paisaje aséptico". El título podría llamar a engaño y hacernos pensar en una versión fría y desangelada de nuestra mirada sobre el mundo. Pero no, es la mirada de un ser introvertido, más cercano a este "paisaje aséptico"a su personal paisaje interior que en sus otras versiones de paisajes, islas o jardines asépticos y transformables.
Cuando traslada este mundo a lo"interior", es decir, a los museables, a lo recontable, hace su museo de lo animal y vegetal. Y lo hace también aséptico. Pero en este caso no nos extraña.Es simplemente el transporte de algo, de un resquicio de la vida vegetal o animal, que conduce a nuestro encuentro.
En cada obra Christian Villamide enseña parte de su alma, de su capacidad creadora y sin embargo no es un artista de evidencias,sino de sugerencias. En este sentido entronca con la tradición más poética del arte, con las facetas más sosegadas de los artistas que, desde hace siglos,prefieren mostrar la imagen a través del espejo de la reflexión que en una mirada directa a través de sus ojos.
El reclama un equilibrio, el de ser y percibir, el de ser uno en el mundo y transitarlo. En este sentido no se aleja mucho de los románticos como Gaspar David Friedrich, o como Turner. Su percepción del mundo es sensible y dúctil, pero no por ello deja de tener un componente claro de modernidad, de coetaneidad, en la manera de cuidarlo. Una sensibilidad mostrada a la hora de escoger un fragmento del paisaje por el que apenas detenemos nuestra mirada, la hierba que crece bajo nuestros pies y que aveces pisamos sin darnos cuenta, o el nido oculto en la rama del árbol, o las virutas de madera que cubren el suelo del taller del carpintero. Su sensibilidad está también en la manera de hacer que entremos en una nueva dimensión al acercarnos a una de estas obras que misteriosamente surgen de las esquinas dela pared, o que crecen sin crecer entre la hierba.
La tecnología es su aliada en esta búsqueda. Parece una paradoja, pues estamos habituados a entender la vida natural como la antítesis de la técnica. Estamos habituados también a crecer que sólo la mirada directa nos puede descubrir un paisaje y su belleza, o al menos su amplitud. Su obra reconduce esta idea, y trata más de la evocación por la mirada y por el tacto, como sucede en estos fragmentos de blancura casi absoluta que enfrentamos a nuestro recuerdo, que a nuestro conocimiento previo de lo que es un paisaje.
No hay límites el PVC convive con los huesos, las virutas de madera lo hacen con el barniz, los aguafuertes con el metacrilato y sin embargo es una obra equilibrada, cerrada, sin fisuras en lo que se refiere a su opción estética. Incluso el color rojo. Que aparece casi como único componente de color y muy raras veces, está determinada por variantes que no lo convierten en un canto al color, sino en estudio del no color al igual que sucede con las gamas y matices de las tierras y de las plantas secas, de los metales que algunas veces utiliza.
Es en su manera de acercarse ala obra de arte, renunciando a lo evidente y haciendo acopio de otros materiales y otras claves, lo que hace que esta obra sea particularmente rica y hermosa. Es esta nueva mirada fragmentaria la que seduce y hace reflexionar, la que encontramos continuamente si sabemos mirar en los resquicios de la vida cotidiana. Y es esta otra de sus cualidades: la de atrapar los resquicios,  la de detener la mirada en esos lugares bellos o no bellos, pero desconocidos, que se abren ante nosotros como una revelación.

ÁNGELES ALEMÁN  Profesora deHistoria de Arte de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria

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